domingo, 27 de abril de 2014

Nocturninus.


Todo se acaba y queda sumido en un fango espeso y brumoso de polvo.

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Quizás eso sea sólo exclusivo de las letras. De los libros. De las catedrales sublimes que ciernen nuestros libreros. De esas joyas que arquean nuestro mueble de roble por el peso del conocimiento, de los mundos interminables y de las tristezas y felicidades. De los sentimientos que pesan como rocas en los ojos mientras leemos precavidamente a las 5:47 am en la comodidad lastimosa de nuestras camas bajo la colcha con una linterna vieja.


Esa delicia masoquista es la que nos hace despertarnos sin haber dormido un minuto para tomar el tintero y volver a pintar sobre el lienzo diario de nuestras vidas. Me hace sentir muy bien que este barrio no haya cambiado. Que este barrio literario sigue intacto. Putas en las esquinas, basura tirada, cumbias en la azotea, gemidos de las alcobas, carteras desiertas ¿y las cervezas Corona de cada domingo? Es lo único que habré de extrañar... Y cada personaje letrado que acompaña mi vida en el sendero tan duro que nos hace flaquear, pero volvemos a la batalla.

Y en este blog se presenta cada personaje del que hablo: Demetrio, Víctor, Misael, Valeria, Sergio, Frank y yo... ¡Pobres almas desahuciadas buscando consuelo!

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En fin, entren y descubran lo grande que puede ser encontrarnos bajo los velos de los párpados de los insomnios a los que nos sometemos.


-Gianluca Daglio.




martes, 22 de abril de 2014

Nosotros.

Nos encontramos en este limbo circunstancial entre la oniria y el insomnio, divagamos cual puñales en busca de su objetivo errante. Somos marcos de una historia caótica o en defensa de la misma; un recuerdo que permanece. El sueño adimencional contradictorio que nos separa de la realidad

Permanecemos impávidos ante los agravios lingüísticos del hombre contra el hombre. Menospreciamos la subjetividad porque nos recuerda la necedad virginal del reconocimiento; nuestra Humanidad nos ahoga y acongoja la saciedad corporal que en armas tomar buscamos en la muerte a pesar de que sin saberlo, esto es el suicidio de la especie. Me niego a aceptar el fin del hombre.

Vivimos envilecidos, anonadados por la amarga presencia de la muerte sobre nuestras sombras de tristeza, de soledad, de eufórica felicidad. Y es porque morimos, lo hacemos cuando plantamos para dar vida, hacemos el amor, oímos a Beethoven mientras las gotas de lluvia destrozan los cristales de nuestra ventana. Cada que una bomba explota y una letra hiere o ama la raza se inclina al lado del caos. 

Nos encontramos en ésta sinfonía, dónde cada compota de amargura es la nota que lo compone.
Dónde cada silencio fúnebre se desvanece en un aliento desgastado, cansado, exprimido. Siendo una barca sin mar en el cuál navegar, atrayendo al viento sin poseer su nombre.
Cantamos por lo que nace y muere, cuándo las gotas de lo lúgubre explotan.
Entendemos sin entender, buscando morir sin morir.

A veces, con tantas personas, sobran las palabras y faltan las ideas. Sonidos huecos que no crean un eco en el espacio y en el tiempo perdurando como idea, que logra tocar a uno, y conectar a otros.

Nosotros...

 Preferimos tocar lo que no debe ser tocado, e investigar donde la subjetividad tiene prohibido entrar. Aunque no nos guste, se refleja nuestro colectivo y nuestras ideas en un idioma, un escrito, un grupo. Confiando en que las letras puedan ser usadas con objetivos libres de mal, nosotros exponemos nuestras ideas, y la visión que tiene cada uno sobre el mundo que (con mala suerte, o quizás buena) nos ha tocado vivir.

Nosotros...  

Entre las sinapsis que nos conduce al sendero de lo impenetrable nos escondemos. Nos escondemos del recuerdo que nos acecha. 
Del recuerdo que nos aflige en cada herida no cicatrizada. 
Recuerdos que vuelan como mariposas negras en nuestra alcoba. Recuerdos que salen de nuestros labios en forma de humo... o de palabras. Recuerdos que se exprimen del brazo. 
Pero, nos escondemos de él. Del recuerdo sucio que nos turbia la vista. 
Y a pesar de todo... nos preguntamos diariamente: ¿Qué es el recuerdo? ¿Algo que tenemos o algo que perdimos?

Suponemos ser alguien o algo, un conjunto de vidas sin rumbo definido o la salvación para el mundo en que vivimos. Comunicadores de sueños putrefactos o protestantes a favor de la humanidad. Un conjunto de palabras sin rumbo o los cuerpos en que encarnó el arte. Qué sé yo. Vinimos buscando un sentido y espero terminemos un poco más perdidos.