domingo, 27 de abril de 2014

Nocturninus.


Todo se acaba y queda sumido en un fango espeso y brumoso de polvo.

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Quizás eso sea sólo exclusivo de las letras. De los libros. De las catedrales sublimes que ciernen nuestros libreros. De esas joyas que arquean nuestro mueble de roble por el peso del conocimiento, de los mundos interminables y de las tristezas y felicidades. De los sentimientos que pesan como rocas en los ojos mientras leemos precavidamente a las 5:47 am en la comodidad lastimosa de nuestras camas bajo la colcha con una linterna vieja.


Esa delicia masoquista es la que nos hace despertarnos sin haber dormido un minuto para tomar el tintero y volver a pintar sobre el lienzo diario de nuestras vidas. Me hace sentir muy bien que este barrio no haya cambiado. Que este barrio literario sigue intacto. Putas en las esquinas, basura tirada, cumbias en la azotea, gemidos de las alcobas, carteras desiertas ¿y las cervezas Corona de cada domingo? Es lo único que habré de extrañar... Y cada personaje letrado que acompaña mi vida en el sendero tan duro que nos hace flaquear, pero volvemos a la batalla.

Y en este blog se presenta cada personaje del que hablo: Demetrio, Víctor, Misael, Valeria, Sergio, Frank y yo... ¡Pobres almas desahuciadas buscando consuelo!

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En fin, entren y descubran lo grande que puede ser encontrarnos bajo los velos de los párpados de los insomnios a los que nos sometemos.


-Gianluca Daglio.




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